Descripción
Jorge Urrutia
Cabeza de lobo para un pasavante
Papel
El año 1996 apareció, en una editorial normalmente dedicada a las ediciones de los clásicos greco-latinos, e inaugurando una colección poética, este libro titulado Cabeza de lobo para un pasavante. Si es difícil editar, distribuir y vender libros de poesía, pretenderlo desde una infraestructura comercial especializada en otros géneros es aventura que parece condenada al naufragio. Pese al cuidado y a la voluntad de los armadores y marineros, la colección naufragó allá por las costas del segundo volumen y esta cabeza de lobo no fue ni siquiera disecada para una exposición. Inicia un segundo mareaje, por otros océanos y otras líneas, esperemos que con mayor suerte, gracias a la amistad y al amor de nuevos marineros.
En la más lejana Edad Media, cuando los jóvenes cazaban un lobo, recorrían las haciendas enseñando su cabeza, para obtener una recompensa de los ganaderos que sufrían con frecuencia la pérdida de bovinos entre las fauces de aquellas fieras. Con el tiempo, el sintagma “cabeza de lobo” se petrificó y pasó a significar algo que se presenta con objeto de demostrar la fuerza o la capacidad.
Durante las guerras europeas, las armadas compuestas por enormes veleros cerraban las bocanas de los puertos impidiendo cualquier paso. El comandante de la flota, sin embargo, podía emitir permisos de navegación que facilitaban pasar más adelante. El italianismo “pasavante” denominó aquellas autorizaciones.
Muchos me preguntaron por el significado del título, empezando por el escritor Francisco Umbral, al presentar el libro en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, una tarde de otoño del año de su aparición. Creo que ahora, con la erudición lingüística que pedantemente he desplegado, habrá ganado claridad.
Nel mezzo del cammin della mia vita, podría decir en fácil parodia del Dante, exhibí mi mayor o menor capacidad poética con el deseo de poner una frontera a mi escritura y seguir el camino. Esperaba que los lectores estimasen que esta cabeza que enseñaba fuese realmente de lobo, y no de liebre de cola gruesa o de ratón, y que me concediesen, tras la lectura, su benevolencia. Quisiera haber acertado y que los libros posteriores no fuesen un atrevimiento excesivo. En cualquier caso, y por si resultara preciso, aquí presento de nuevo el libro, con ciertos cambios en el orden de los poemas, y solicito permiso para nuevas singladuras que, sin el buen hacer de Guillermo Camacho y el amor de Consuelo Triviño, devendrían imposibles.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.